domingo, 31 de julio de 2011

La validez del Santo Rosario






Muchos dicen que el Santo Rosario es una oración repetitiva; y es cierto.


También es cierto que contiene las oraciones básicas del cristiano católico: el Padrenuestro, la señal de la cruz, el Gloria, el acto de Contricción, la Salve, el Ave María.


Cualquier oración hecha con devoción y el convencimiento de que nos estamos comunicando con Dios, con Jesús, con la Virgen María, es válida y eficaz porque cumple con su cometido: acercarnos al Señor de una forma sencilla, respetuosa, entrañable.


Podemos hablar a Dios de muchas maneras y ésta (el Santo Rosario) es una de ellas.


El Papa Pablo VI llamaba al Santo Rosario "el Evangelio de los pobres" pero, por supuesto, no en tono despectivo sino al contrario.


Podemos hablar al Señor como lo haríamos con un padre amado, con un hermano; llanamente, expresando nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestro arrepentimiento, dando gracias, pidiendo, alabando... pero no despreciemos la tradición de la Iglesia ni las oraciones aprendidas, ellas son fuente de sabiduría.


Muchas veces confundimos la renovación con la modernidad. La modernidad es pasajera, la renovación es cambiar desde dentro, reformarse, regenerarse, y para esto no hay que romper con tradiciones llenas de autenticidad, positivas, provechosas. Es como si un escritor dijese que el Quijote, los Salmos, el Amadís de Gaula, Crimen y castigo, etc., no valen nada porque han quedado anticuados; ningún escritor medianamente serio diría tal tontería. Más que juzgar desde el punto de vista de la modernidad, deberíamos ver las cosas -en todos los aspectos de la vida- atendiendo a su validez y sin prejuicio alguno.