miércoles, 22 de diciembre de 2010

El compromiso social

LO PROPIO DE UNA PERSONA MADURA ES SER CONSCIENTE CON SU COMPROMISO SOCIAL Y QUE ÉSTE SEA LIBERADOR Y SOLIDARIO.

La palabra compromiso causa generalmente recelo y malestar, no en vano la propia Real Academia Española define compromiso como: obligación contraída, palabra dada, fe empeñada, dificultad, embarazo, empeño, y al hablar de poner en compromiso una cosa, dice que es poner en duda algo que antes estaba claro y seguro. Vemos que, por definición, compromiso es una palabra que asusta, y si hablamos de 'compromiso social' aún más.

A pesar de estos malos antecedentes semánticos de la palabra compromiso, incluso sin ser a veces conscientes de ello, estamos inmersos o participamos de él; nos comprometemos con nuestra familia, con nuestro trabajo, y en general en casi todas nuestras relaciones humanas, y ello es así porque el ser humano es un ser esencialmente social, nos apoyamos y vivimos en una realidad que no podemos obviar: vivimos en, con y formando parte de una sociedad, entre otras razones porque para sobrevivir necesitamos de los demás y ellos de nosotros, y así, en esta convivencia, se establece una relación humana en la que veladamente o formalmente se van creando compromisos que marcan el camino hacia el 'compromiso social' de cada uno de nosotros. Este compromiso está pues a caballo entre el humanismo que designa al hombre como valor supremo y fuente de los valores positivos y la innegable dimensión política y social del ser humano, argumentada ya por Aristóteles cuando decía que "NO existe ser humano que NO tenga que vivir en comunidad con otros".

Ahora bien, al hacernos CONSCIENTES de esos compromisos que nos llevan al 'compromiso social', se acentúa el sentimiento de RESPONSABILIDAD que nos va haciendo MADURAR.

Es un error cerrar los ojos a esa realidad social, actitud de negación que nos hace ser individualistas y egoístas. Tenemos que ser solidarios, ser conscientemente parte activa de nuestra sociedad, pues el ser humano se realiza, es decir, se hace más humano, en comunidad, no en soledad, compartiendo y no acaparando. Estas actitudes no deberían siquiera llamarse 'compromiso social' sino 'necesidad del ser humano para ser más humano', pues dichas actitudes solidarias parten de \ los datos inmediatos de nuestra conciencia.

lunes, 13 de diciembre de 2010

La verdadera libertad

SER LIBRES ES AJUSTAR NUESTRA VIDA A LA VOLUNTAD DE DIOS.-

Puede sonarnos a contradicción, el hecho de someterse a la voluntad de Dios. Puede hacernos pensar que Dios nos quita libertad. Y es que, generalmente, tenemos un concepto de la libertad algo erróneo. Llamamos libertad a realizar cualquier acto que nos beneficie aunque perjudique a otros. Llamamos libertad a que las empresas puedan manejar la riqueza del mundo a su antojo mediante el ejercicio el liberalismo económico. Llamamos libertad de expresión de los medios de comunicación a poder decir lo que quieran aunque desvirtúen la verdad o dañen la dignidad de alguien.

En principio, el ser humano es libre para hacer el bien o el mal, es decir, Dios no nos obliga a realizar el bien. En segundo lugar la libertad en el cristianismo tiene su verdadero sentido como liberación; liberación de nuestras miserias, deficiencias, del pecado y de la propia muerte. Pero como el hombre no es capaz de liberarse de estos males por sí solo, encuentra el apoyo incondicional de Jesucristo, que nos da la auténtica libertad: “su palabra es la verdad y la vida”. Así, el amor a los demás y por tanto a Dios se convierte en camino de liberación. Sabemos que Dios nos quiere incondicionalmente porque nos dio a su Hijo amado para que nos redimiera del pecado y de la muerte.

La fe en Jesucristo es transformadora, va convirtiendo al cristiano en el ideal de lo que debe ser una persona, puesto que el cristiano va aprendiendo la forma de pensar y de ver las cosas como las ve Jesús. La voluntad de Dios, que es amor, coincide entonces con el concepto de libertad, pues es esta libertad que nos da Dios la que nos lleva por un camino de perfección, mediante el compromiso aceptado voluntariamente para hacer todo el bien que podamos, construyendo un mundo libre, un mundo de justicia, de igualdad y de amor.

sábado, 11 de diciembre de 2010

La Agrupación Santo Rosario también en Facebook

Querid@s amig@s:

  Podéis suscribiros a la Agrupación Santo Rosario en Facebook, accediendo a la dirección de Internet:
  http://www.facebook.com/agrupacionsantorosario

  Como siempre *** A Jesús por María ***

lunes, 6 de diciembre de 2010

Jesús como centro de nuestras vidas



 Desde el Antiguo Testamento hasta nuestros días, Dios siempre ha querido recuperar a la humanidad para que pueda disfrutar de la vida eterna. Así fue preparando a su pueblo a través de los profetas, hasta llegar a encarnarse en Jesús, que muere y resucita para siempre, dejando su ejemplo de vida y su palabra que es la palabra de Dios. La resurrección de Jesús da sentido a la muerte, pues nuestra muerte no es nuestro fin como ser humano, sino el medio para volver a su destino final: vivir eternamente con Dios.

Todo el que sigue a Jesús, da luz a todo lo que hay a su alrededor. Es la acción del Espíritu de Dios lo que hace que esa fidelidad del hombre a Cristo se traduzca en un impulso hacia la transformación personal e influencia en su entorno. Para el discípulo de Jesús, todas las actividades humanas y en todas las circunstancias de la vida: en el trabajo, en la familia, en la comunidad, van teniendo como meta que el Reino de Dios en este mundo sea una realidad. Todas las acciones que parten de la coherencia con la propia conciencia se encaminan hacia el bien, porque Jesús, como encarnación del bien supremo, atrae a todo hacia Sí; por ello, aun los no creyentes, al hacer el bien están construyendo el Reino de Dios. Todo el que tiene fe y sigue a Jesús imitando su ejemplo de vida, siempre está lleno de paz y de amor, aún en los peores momentos, porque es Dios quien le da fuerza y le sostiene: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” , dice el Salmo. 

Estoy firmemente convencido de que el servicio a los demás, la caridad, la esperanza y sobre todo el amor, que Jesús nos enseña, es el único camino capaz de llevar a esta sociedad a buen puerto; porque todo se ha intentado ya en los cientos de años de historia de nuestra civilización; las estructuras sociales y políticas basadas en el poder no han hecho de este mundo el Reino de Dios; solo la transformación personal de los individuos que forman el entramado de la sociedad conseguirá un mundo de paz y justicia verdadera; y que mayor y mejor transformación que la de poner a Cristo como ejemplo perpetuo a seguir en nuestras vidas.