martes, 7 de agosto de 2012

De camino al trabajo

De camino al trabajo, cuando hace buen día y decido ir andando desde casa (tengo la suerte de vivir a unos 30 minutos de mi centro de trabajo), paso por la puerta de un templo de la Iglesia Católica que hay en por el centro de la ciudad. Aunque generalmente voy con prisa, entro en el templo durante un par de minutos, casi siempre coincidiendo con la misa de las 7:30 de la mañana. Paso para saludar a Jesús y María, para tener un momento de recogimiento y paz, y realmente siempre salgo reconfortado. Ya sé que nosotros mismos somos templos del Espíritu Santo, que Dios está en todos lugares y tiempos, pero el Templo tiene algo especial. Dentro del templo nos enfrentamos a nuestra naturaleza espiritual, pues esa suele ser precisamente la intención; y muchas veces se acalla nuestra mente convirtiéndose este hábito en un bálsamo para el espíritu y hasta para el cuerpo. En esos instantes me suelo encontrar con el lado bueno de esa dualidad que vivimos, con mi propia esencia; llegando a sentir y a entender que estas visitas no son un acto vano, sino que, entre otros beneficios, me lleno de energía y de paz para enfrentarme al trabajo con una actitud más humana y con pensamientos más nobles.

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