domingo, 12 de mayo de 2013



Aunque algunas veces creamos que Dios “no está ahí”, que nos ha abandonado, la Misericordia de Dios es infinita, pero no podemos entender Su forma de impartir la justicia porque lo impide nuestros prejuicios. No somos tan inteligentes como creemos, ni tan sabios como para prescindir de la fe, pues nuestra razón nos engaña y nuestras emociones tampoco son capaces de sintonizar con la extraordinaria Bondad del Señor. Solo los santos han sabido percibir el amor como esencia del ser humano.

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