lunes, 13 de diciembre de 2010

La verdadera libertad

SER LIBRES ES AJUSTAR NUESTRA VIDA A LA VOLUNTAD DE DIOS.-

Puede sonarnos a contradicción, el hecho de someterse a la voluntad de Dios. Puede hacernos pensar que Dios nos quita libertad. Y es que, generalmente, tenemos un concepto de la libertad algo erróneo. Llamamos libertad a realizar cualquier acto que nos beneficie aunque perjudique a otros. Llamamos libertad a que las empresas puedan manejar la riqueza del mundo a su antojo mediante el ejercicio el liberalismo económico. Llamamos libertad de expresión de los medios de comunicación a poder decir lo que quieran aunque desvirtúen la verdad o dañen la dignidad de alguien.

En principio, el ser humano es libre para hacer el bien o el mal, es decir, Dios no nos obliga a realizar el bien. En segundo lugar la libertad en el cristianismo tiene su verdadero sentido como liberación; liberación de nuestras miserias, deficiencias, del pecado y de la propia muerte. Pero como el hombre no es capaz de liberarse de estos males por sí solo, encuentra el apoyo incondicional de Jesucristo, que nos da la auténtica libertad: “su palabra es la verdad y la vida”. Así, el amor a los demás y por tanto a Dios se convierte en camino de liberación. Sabemos que Dios nos quiere incondicionalmente porque nos dio a su Hijo amado para que nos redimiera del pecado y de la muerte.

La fe en Jesucristo es transformadora, va convirtiendo al cristiano en el ideal de lo que debe ser una persona, puesto que el cristiano va aprendiendo la forma de pensar y de ver las cosas como las ve Jesús. La voluntad de Dios, que es amor, coincide entonces con el concepto de libertad, pues es esta libertad que nos da Dios la que nos lleva por un camino de perfección, mediante el compromiso aceptado voluntariamente para hacer todo el bien que podamos, construyendo un mundo libre, un mundo de justicia, de igualdad y de amor.

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