lunes, 2 de mayo de 2011

Día de la Divina Misericordia

Ayer fue el día en que se celebraba la Divina Misericordia.
"El Señor es compasivo y misericordioso" (del Sal. 102)
“Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios" (Mt 9,13)
Aunque algo tarde, no podíamos dejar escapar esta ocasión para hablar de algo tan importante: la misericordia.
Para quien tenga curiosidad por saber de dónde viene la celebración de este día puede entrar, entre otros miles de sitios, en la página de la Wikipedia:
La misericordia es una de las principales cualidades del ser humano que nos distinguen como tal. Nuestras almas han heredado esta virtud del mismo Dios.
En una de las ediciones de la Biblia cristiana, la palabra misericordia aparece 357 veces y la palabra misericordioso 23 veces, más sus sinónimos; casi tantas veces como la palabra amor.
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra misericordia como la inclinación a la compasión hacia los sufrimientos o errores ajenos.
En la doctrina cristiana, la misericordia es el atributo divino por el que se perdonan y remedian los pecados y sufrimientos de sus criaturas.
Los sinónimos de misericordia son la piedad, compasión, clemencia, conmiseración, comprensión, ternura, bondad.


Si nuestro corazón no es misericordioso no podemos llamarnos cristianos, ni siquiera humanos. Sin la misericordia nuestra humanidad estaría perdida.
San Bernardo explicaba la misericordia diciendo que Dios no nos ama porque somos buenos o bellos, sino que lo que nos hace buenos y bellos es su amor, el amor materno de Dios.
Dice Bruno Forte: "Rendirse. La humildad es el camino para hacer la experiencia de la misericordia. La entrega de sí, la confianza, es quizá lo que más le cuesta a nuestro orgullo, al orgullo de la razón adulta de la modernidad. Pero precisamente por este motivo la humildad es la única puerta que nos introduce en el misterio de la misericordia de Dios. Con Dios se vence si se pierde."
En el diario de Santa Faustina aparecen frases inspiradas por Jesús, como las siguientes:
- Que no tema acercarse a mí el alma débil, pecadora, y aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra, todo desaparecerá en el abismo de mi misericordia.
- No puedo castigar aún al pecador más grande si él suplica mi compasión, sino que lo justifico en mi insondable e impenetrable misericordia.
- En la cruz, la fuente de Mi Misericordia fue abierta de par en par por la lanza para todas las almas, no he excluido a ninguna.
Sabemos que los estándares de Dios son tal altos que es muy difícil cumplirlos, pero se nos olvida que su Gracia y Misericordia son enormes que quedan fuera de nuestra imaginación. El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! (Lamentaciones 3:22-23)
¿Qué nos pide Dios?. Dios nos pide misericordia. Dios no es una abstracción de nuestra religiosidad; Él quiere tener una relación personal con nosotros e infundirnos el don de la misericordia.
El deseo de amar al prójimo es conocido, frente a la situación del pecado y sus consecuencias que nos rodea, como Misericordia. Misericordia es el modelo de vida que Cristo nos llama a vivir. El polaco teólogo Ignacy Rozycki dice que “la teología moral ve la virtud de misericordia como fluyente de amor al prójimo. Es esa virtud que nos inclina a ofrecer asistencia a la persona sufriente.…” “Misericordia en la teología moral… no es amor en sí mismo” pero es el resultado y la extensión de amor. Por ejemplo, jugar con niños, amor conyugal, o adorando a Cristo son actos de amor. Actos de Misericordia es dar de comer al hambriento, de beber al sediento, ropa y alojamiento al pobre.
Hasta tal punto está por encima la misericordia de otras virtudes que decía Santo Tomás de Aquino "justicia sin misericordia es crueldad".




No hay comentarios:

Publicar un comentario