miércoles, 5 de enero de 2011

Ciencia y justicia

Algunos han llamado a la cultura occidental la cultura del conocimiento. Es cierto que los avances científicos y sus aplicaciones tecnológicas han evolucionado en pocos años, se han ampliado y han llegado a muchos, gracias, en parte, a las facilidades que nos procuran las nuevas tecnologías y su influencia en la creación de extensas fuentes de conocimiento.
La ciencia como conjunto de conocimientos metódicamente ordenados, actualmente, en todos los campos del saber, no lo conoce todo, de hecho, apenas si estamos acercándonos al conocimiento profundo del universo que nos rodea. Por otro lado, es cierto que hemos avanzado lo suficientemente en casi todos los campos del conocimiento para que, adecuadamente aplicados estos conocimientos, se pueda acometer un desarrollo global de toda la humanidad. Es cierto que el conocimiento es poder y que la cultura es un vehículo que nos puede ayudar a llegar hasta la creación de suficiente riqueza y bienestar en todas las naciones.
La cultura occidental, a menudo, peca de cientifismo. Parece que tenemos miedo a reconocer que las capacidades del razonamiento humano son limitadas, y de que muchas veces hay poca distancia desde la intución al pensamiento abstracto. Llegue hasta donde llegue en el futuro, aún alcanzando las cotas más altas del saber, la ciencia no debe ser un fin en sí misma, sino un medio para humanizar a la humanidad, puesto que todo conocimiento debe revertir en beneficio de la persona y, por supuesto, nunca utilizarse como medio de destrucción. El concepto filosófico de sabiduría es la capacidad de emplear el conocimiento de manera inteligente y con fines nobles. Acercarse a la sabiduría debe de ser un camino que hay que recorrer humildemente para intentar aproximarse a la verdad, pues la verdad es liberadora; nos hace ver “lo que hay fuera de la caverna”.
No hagamos un dios de la ciencia ni de los avances de la tecnología, sino una herramienta de trabajo para crear una humanidad más igualitaria, más justa, donde no existan paises ricos y otros viviendo en la miseria; donde la adquisición de bienes y servicios básicos (alimentación, salud, cultura...) estén al alcance de todos.
Si nos creemos verdaderamente seres inteligentes, actuemos en consecuencia. Los afortunados que podemos disfrutar de una vida más cómoda, no creamos que esto nos hace mucho más dignos y felices que los otros, pues no nos sentiremos cercanos a la plena felicidad hasta que todos vivamos una vida digna; hasta que no tengamos totalmente asumido que ni el conocimiento, ni la riqueza, ni el poder de unos pocos, nos harán verdaderamente libres.
No nos entristezcamos porque la puesta en práctica de estas ideas esté lejos, pues no se nos hubiera dado la capacidad de soñar sin darnos también la posibilidad de convertir nuestros sueños en realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario