viernes, 4 de febrero de 2011

Cristo de la Paz

Cristo de la Paz,
te trajeron a mi parroquia para recrear nuestra vista y nuestro espíritu.
Te contemplo hermosa imagen de Jesús
que llena de luz y de esperanza nuestro corazón.
Te siento lleno de dolor pero con esa ternura que emociona,
que colma de paz;
caricia para nuestras almas.
Ahora me olvido de los sabios y teólogos y de su ‘fe adulta’
y me consuelo imaginándote.
Los pobres, los marginados,
siempre van a estar con nosotros,
pero este momento contigo es mío.
Me refugio en Ti
como niño pequeño que busca los brazos de su padre.
A veces sentimos que nuestro corazón se rompe en mil pedazos,
no ya por los vaivenes de esta vida, que también,
sino por nuestra propia inconsistencia.
Pero ahí estas Tú, Rey de reyes,
camino de vida, reconstituyente para espíritus abatidos;
ahí estás para recomponernos.
Sobran todas estas palabras, solo te admiro
deslumbrado por tanta bondad.

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