martes, 8 de marzo de 2011

La roca de la Palabra

La roca de la palabra. De nuestro amigo Joan Josep, en "El rincón del Anacoreta" en http://koffi1948.blogspot.com/

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día, muchos dirán: 'Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?' Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente."

Nos encontramos hoy con el texto final del Sermón de la Montaña. Unas palabras duras que nos denuncian la vaciedad de nuestra vida, que nos invitan a construir sobre roca. ¿Qué hemos de construir? Nuestra casa, nuestra vida, nuestra persona...Y nos sorprende Jesús, porque viene a decirnos, que una oración hecha de sólo palabras, que hacer prodigios, milagros, profetizar, aunque sea en su nombre, es construir sobre arena. No sirve de nada. Nuestras grandes iglesias, colegios, reuniones y asambleas, puede que no sirvan para nada. Nos dice claramente, que lo único válido es cumplir su Voluntad. Construir sobre Roca es construir agarrándonos a su Palabra.
¿Cuál es su Voluntad? La acabamos de escuchar estos últimos domingos. Mateo nos la ha ido detallando en el capítulo 5, 6 y 7, que forman el Sermón de la Montaña. Hoy y durante la Cuaresma, que comienza el miércoles próximo, será bueno que releamos y meditemos estos tres capítulos.
Hacer la Voluntad de Dios es vivir el espíritu de las Bienaventuranzas: ser pobres de corazón, afligidos, desposeídos, hambrientos de justicia, misericordiosos, limpios de corazón, luchadores por la paz, perseguidos a causa de la justicia... Es ser sal y luz del mundo. Es cumplir el espíritu de la Ley, no solamente su letra. Es compartir y llevar una vida austera. Rezar sin hipocresía, sin buscar las apariencias. Es abandonar el ídolo del dinero y las riquezas. Es confiar en el Amor de Dios. Es no juzgar. Es producir frutos, no sólo palabras...
Jesús nos señala hoy dos caminos. O construimos sobre arena o lo hacemos sobre roca. O nos buscamos a nosotros mismos, o luchamos por seguirle a Él. Y no hay verdadero seguimiento sin compromiso. Las palabras, las teorías, no sirven de nada. Sólo la Palabra que expresa su Voluntad, puede ser la Roca firme sobre la que podemos edificar.
No nos extrañemos si la gente nos desprecia, no cree en la Iglesia o nos trata de hipócritas. ¿Sobre dónde estamos construyendo? Esa es la clave...

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