miércoles, 2 de marzo de 2011

Las Bienaventuranzas



LAS BIENAVENTURANZAS

Posiblemente los que acompañaban a Jesús por los caminos de Judea y Galilea no entendían siempre sus palabras. ¡Demasiada Novedad! ¿Cómo podía decir que los más pobres, los hambrientos, los enfermos, los abandonados, son bienaventurados y que el Reino de Dios es para ellos?
Tal vez no entendieron, pero guardaban sus palabras en la memoria. Y al compartir día a día la vida con Jesús, fueron comprendiendo su significado. Entendieron que en las bienaventuranzas Jesús no hablaba de cómo los hombres aman a Dios, sino de cómo Dios ama a los hombres. A todos sin excepción, y como en toda familia los primeros en experimentar ese amor son los más abandonados, los más débiles. Ellos son los primeros para Dios.

Los discípulos lo entendieron mejor cuando vieron a Jesús acercarse a los enfermos y atenderlos con cariño aunque fueran leprosos rechazados por la sociedad, resucitar a los muertos, dar de comer a los hambrientos. Pero lo entendieron mejor cuando lo vieron entregar su vida en la Cruz por la vida del mundo.
¿Hay un ideal más alto que el que Cristo nos propone? En Él está la respuesta a las ansias más profundas de nuestro corazón, sólo en el Evangelio de las bienaventuranzas se encuentra el sentido de nuestra vida. ¿vivimos de acuerdo a esta verdad?

(De nuestra amiga Maria Luisa)

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